viernes, 7 de diciembre de 2012

La leyenda del trailero fantasma la rumorosa


hace mucho tiempo, sobre la carretera de la rumorosa, un trailero manejaba a toda velocidad rumbo a mexicali, pues su esposa estaba a punto de dar a luz y quería llegar rápido a su casa, ya que llevaba dinero para lo que se ofreciera, mas cuando iba a tomar una peligrosa curva perdió el control y se estrelló contra unas rocas.

el chofer se bajó del trailer todo aturdido, se miró el cuerpo y se alegró al darse cuenta que no le había pasado nada. entonces esperó a que pasara alguien para que le ayudara o lo llevara a la ciudad, pero durante mucho tiempo nadie cruzó aquellos cerros. el hombre se quedó dormido y cuando despertó se sorprendió al ver todo oscuro; no entendía qué pasaba así que decidió caminar, caminó y caminó, avanzó una buena distancia, sabía que la salida de la rumorosa estaba cerca y sin embargo, cuando se dio cuenta se encontró en el mismo lugar del accidente...

a los tres días hallaron el camión pero no al conductor; de él no se supo nada. hasta que en una ocasión, años más tarde, un muchacho que manejaba un trailer se detuvo porque un hombre le hizo señas.




—amigo, me llamo francisco vázquez y necesito con urgencia que mi mujer reciba un dinero porque va a tener un niño. yo no puedo ir, mi trailer se descompuso y no lo puedo dejar aquí.


—sí, señor, con gusto se lo llevaré —contestó el muchacho— sólo dígame dónde vive su señora.


el hombre le entregó un papel en el que anotó la dirección y el nombre de su esposa. al despedirse, el joven sintió que un escalofrío le recorría la espalda, pues al darle la mano, el señor estaban tan frío como un muerto. el muchacho no le dio importancia, subió a su trailer y se encaminó a la ciudad de mexicali.

al día siguiente, fue a buscar a la señora pero no la encontró; alguien le dijo que ya no vivía ahí, que hacía tiempo se había cambiado. sin darse por vencido, preguntó en varios lugares hasta que, por las señas del papel, una anciana le indicó dónde vivía. al llegar dio unos golpes en la puerta y esperó a que le abrieran.

—¿dígame joven? —le preguntó la señora.

—perdone, ¿aquí vive la esposa del señor francisco vázquez?

—soy yo —contestó ella— ¿qué se le ofrece?

—ayer en la carretera, su esposo me pidió que le trajera este dinero, porque se le descompuso el trailer...

—¡no puede ser! —lo interrumpió la señora tapándose la boca—. mi marido murió hace cinco años.

al muchacho le temblaron las piernas, le dejó el dinero a la señora, que se puso a llorar, y se fue para su casa todo asustado. cuando llegó, apenas había cerrado la puerta cuando descubrió frente a él al trailero de la carretera y brincó espantado; sentía que una fuerza extraña lo invadía.

—¡gracias, amigo! —le dijo el muerto con voz cavernosa, mientras desaparecía.

el joven podía escuchar los latidos de su corazón y tardó un buen rato en recuperarse de la impresión. tiempo después, al platicar con unos amigos, se enteró de que el trailero ya se les había aparecido a otros hombres, mismos que no habían cumplido el encargo del muerto, por eso se les fue secando el cuerpo hasta quedar como esqueletos.

La leyenda de la mujer con la boca cortada




Kuchisake-onna (la mujer con la boca cortada) es una leyenda de la mitología japonesa. Trata sobre una mujer que fue asesinada y desfigurada por su esposo, convirtiéndose en un yokai (espíritu demoníaco) que regresó para vengarse.
La leyenda dice que hace mucho tiempo había una preciosa pero vanidosa mujer que se casó con un samurai. La bellísima mujer era pretendida por muchos hombres y acostumbraba a engañar a su marido. El samurai sabía de las infidelidades de su esposa por lo que un día en un ataque de celos y furia le cortó la boca de un lado a otro mientras gritaba:
¿Piensas que eres hermosa?
¿Quién va a pensar que eres hermosa ahora?
Se dice que desde entonces una mujer con la cara tapada, por una máscara como la que usan los cirujanos, vaga por las calles de Japón. Cuando encuentra a un hombre joven (mujeres según otras versiones) se acerca y les pregunta con el rostro cubierto:
¿Soy hermosa? (¿Atashi kirei?.)
Recordemos que en Japón el uso de máscaras para evitar enfermedades y no respirar el aire contaminado es bastante habitual, por lo que los chicos normalmente al ver sus bonitos ojos y sus suaves rasgos responden que SÍ. En ese momento la mujer retira la máscara dejando al descubierto la horrible hendidura que se extiende de oreja a oreja con una escalofriante sonrisa. Y les pregunta de nuevo:
¿Y ahora? (¿Kore Demo?).
Todo aquel que dice que NO, se asusta, grita o muestra el miedo en su cara es atacado por el espíritu que con unas tijeras gigantes les corta la cabeza.
Sí la víctima responde de nuevo que  ”solamente” le cortará la boca de lado a lado para que sufra su misma suerte. En otras versiones si respondes afirmativamente las dos veces la mujer te seguirá hasta la puerta de casa donde te  asesinará igualmente, ya que “kirei” en japonés para hermosa o linda es muy parecido a decir “kire” que significa cortar.
Existen otras versiones en las que si respondes que “Sí” cuando ella se quita la máscara, te dará un brillante y valioso rubí cubierto de sangre y se irá.
Es imposible escapar de Kuchisake-Onna, puedes salir corriendo pero aparecerá frente a ti de nuevo. Hay varias formas de escapar que varían según la versión de la leyenda:
- Puedes contestar con otra pregunta: ¿Y yo? ¿Soy hermoso? Eso confundirá al espíritu que se quedará pensativo dándote tiempo a escapar.
- También puedes llevar dulces contigo y se los tiras o simplemente se los ofreces quedará contenta con el regalo y te permitirá marcharte.

La leyenda de la descarnada




Versión salvadoreña

La versión más conocida de La Descarnada viene de El Salvador y tiene como escenario las carreteras de dicho país, sobre todo a la que va de Santa Ana a Chalchuapa. A diferencia de otras leyendas que están más ancladas en el terreno del mito, ésta permanece activa en el imaginario popular pues son muchos los individuos que han afirmado ver a la escalofriante Descarnada. La leyenda cuenta así :
En las carreteras desoladas solía aparecer una mujer de gran belleza: sola, con ropas provocativas y actitud sensual y coqueta, haciendo autoestop al borde del camino, esperando al incauto que la recogiera.
Una vez que el hombre (sólo tentaba a los varones)-ante la oportunidad de tener una aventura con la mujer- detenía su coche y le preguntaba a dónde iba, la misteriosa mujer respondía siempre que a un sitio no muy lejano, localizado apenas a pocos kilómetros. Así, los hombres nunca dudaban en subirla; pero, ya dentro del vehículo, la mujer empezaba a mirarlos de manera provocadora, a realizar movimientos tentadores y a seducirlos.
Finalmente los inocentes hombres detenían el vehículo y comenzaban a acariciarla y a besarla, pero he allí que el deseo se tornaba en asco y el placer en terror. En efecto, la alguna vez bella dama se transformaba en una especie de asquerosa muerta viviente cuya piel se desprendía poco a poco, quedando entre las manos del hombre restos de piel y músculo. Incluso una vez que el hombre quedaba paralizado por el miedo y detenía sus caricias el proceso de descomposición y degradación continuaba hasta que la mujer se presentaba como un esqueleto viviente…
Según cuentan, todo aquel que la llegase a ver quedaba en estado de shock: confundido, incapaz de hilar palabras que pudiesen explicar lo sucedido; presa del miedo absoluto, como si acabase de despertar de la más vívida pesadilla.
No se sabe bien origen de la extraña mujer, pero muchos afirman que se trata del espíritu de una perversa hechicera.

Versión azteca

Esta versión no es muy conocida pero es la más impactante de todas. La historia es la siguiente:
En un pequeño pueblo a las afueras de Tenochtitlán, vivía un valeroso y celebre guerrero con su esposa, la cual jamás le había podido dar un hijo o hija, por lo cual era despreciada entre los miembros de la comunidad. Según la tradición, una mujer infértil debía ser expulsada de la sociedad para evitar que su presencia trajese el infortunio general. Pero el guerrero era compasivo y amaba a su esposa, además de que no perdía las esperanzas de tener descendencia con ella, razón por la cual había evitado que la comunidad exiliase a su mujer.
Sin embargo, cierta mañana el destino la desamparó y su esposo fue enviado a la guerra; mas, para colmo de males, poco después de que él se marchó, ella se dio cuenta de que estaba por fin embarazada. Entonces corrió, intentando alcanzar a su marido para darle la buena nueva. Pero no pudo alcanzarlo, pues una turba de enfurecidas mujeres la apedreó para cumplir con el absurdo rigor de la tradición, matando así al bebé que había en su vientre.
No obstante, tras ser apedreada la mujer rogó a los dioses que la ayudaran en su venganza, y los dioses la escucharon y le concedieron el poder de arrancarse la piel para aterrorizar a aquellas mujeres y después matar a sus hijos…
Ella podía quitarse la piel, ir a matar y luego volver a su apariencia normal, evitando de ese modo las sospechas. Logró así acabar con muchas de las mujeres que la apedrearon en las siete noches de terror que hizo vivir al pueblo antes de que su marido volviese de la guerra.
Cuando su esposo volvió, ella intentó quitarse la piel y salir a matar a las víctimas pendientes sin que él se despierte, sin que se dé cuenta, pero él se hizo el dormido y después la siguió, quedándo espantado al ver el oscuro poder de su esposa y lo que ésta hacía con ese poder. Él sabía que esas mujeres habían obrado mal, pero las acciones de su esposa le parecían desmesuradas, de modo que volvió rápidamente y le lanzó sal a la piel de su esposa para que jamás pudiese volver a colocársela.
Al regresar de su cacería, la mujer del guerrero se puso la piel, pero la sal le causó tal dolor que ella terminó muriendo retorciéndose de agonía. Había nacido La Descarnada.
Nunca más la volvieron a ver, pero desde su muerte fueron frecuentes las historias que hablaban de aterradores alaridos y lamentos que se oían cuando una mujer daba a luz, aunque esos alaridos y lamentos no provenían de la reciente madre sino del espíritu de La Descarnada, envidiosa de aquellas mujeres capaces de traer el hijo o la hija que ella nunca pudo engendrar…
La leyenda no se conoció mucho porque La Descarnada azteca solo se manifestaba en los alrededores de donde había vivido; aunque, hace no mucho tiempo, se dice que un grupo de hombres vio (antes solo se la había escuchado…) a la espantosa descarnada en uno de los senderos que hay en las faldas del Popocatépetl.

Versión ecuatoriana: La Dama Tapada

La versión ecuatoriana de La Descarnada tiene sus orígenes en el Guayaquil (puerto principal de Ecuador) del siglo XVIII. Al igual que la versión salvadoreña, esta leyenda cuenta la historia de una mujer que primero se presenta como bella y seductora y después como una imagen de muerte y descomposición. La historia podría narrarse así:
La Dama Tapada es una misteriosa y siniestra mujer que únicamente se aparece a hombres que caminan solos por las calles de la ciudad entre las 12 y las 4 de la madrugada. Nunca se supo a ciencia cierta su origen ni de dónde venía, lo único que es una realidad es que aparece a pocos metros y de forma casual frente a los hombres que prendados de su belleza comienzan a seguirla.
Era una mujer de esbelta figura y cautivadoras formas, de andar seductor y elegante, rodeada de un dulcísimo aroma que dejaba al paso y cubierta en el rostro por un velo que, pese al enigma que representaba, dejaba averiguar gran belleza y juventud tras las sedosas telas… Ningún hombre —sea joven o viejo— se le resistía, todos se veían hipnotizados ante la intensa atracción que ejercía aquella mujer, empezando así a seguirla sin importar qué tan tímidos fuesen. Aunque resultaba desconcertante el que la distancia entre el hombre y la enigmática dama siempre se mantenía igual: nadie se alejaba, por más cobarde que fuese, y nadie se le acercaba más allá de cierto punto… De esa forma la Dama Tapada los mantenía hipnotizados por su atracción, haciéndolos seguirla a lo largo de angostos callejones: girando a uno u a otro lado sin perderse, mostrando un conocimiento inusitado de la zona.
La mujer parecía invitar a su perseguidor a que la siguiese con leves giros de cabeza y miradas fugaces, así como una risa juvenil. Tal era el estado de “enamoramiento” de los hombres que la seguían, que no parecían darse cuenta de que nadie más podía verla e incluso las personas que se cruzaban de frente con ella parecían ignorarla.
Finalmente, tras mucho andar la dama se detenía y le decía al caballero: “Ya me ve usted cómo soy… Ahora, si quiere seguirme, siga…”. Entonces se quitaba el velo y por uno o dos segundos, el rostro de la mujer mostraba una deslumbrante belleza griega: finas y delicadas facciones, piel fresca y sonrosada, ojos de cautivadora hermosura y labios de ardiente sensualidad. Pero, tras la breve visión, las sombras oscurecían aquel rostro y la mano de la muerte caía sobre ella, como en acelerada descomposición, reemplazando a la belleza y a la juventud por una horrenda calavera de la que manaba un hedor intolerablemente nauseabundo… Entonces el hombre quedaba paralizado por el espanto, todo tembloroso y con la frente y las manos bañadas por gotas de un sudor frío como la muerte…
Según cuentan quienes lograban verla desaparecer, la dama se desvanecía al llegar a la vieja “casa abandonada de don Javier Matute”.
Como antes se dijo, el origen concreto de la Dama Tapada está en el misterio, aunque dentro de la tradición oral se afirma que ella es el alma en pena de quien en vida fue una hermosa mujer que abusó de sus atributos en el “comercio de la carne”.

jueves, 22 de noviembre de 2012

La leyenda Los Gemelos Traviesos


Pedrito y Juanito eran inseparables, no en vano eran hermanos gemelos y estaban entre los pocos niños de su edad que quedaban en el pueblo. Hacia años que la gente había empezado a migrar a la ciudad y los pocos jóvenes que permanecían en el pueblo lo hacían más por apego a sus mayores que por un deseo real de quedarse. Los padres de Pedro y Juan no eran la excepción, más de una vez se habían planteado hacer las maletas y arriesgarse a empezar una nueva vida en la ciudad, alejados de la monotonía del campo y el pesado trabajo de arar y sembrar los cultivos. Pero la idea de que sus hijos se criaran entre coches, humo y los peligros propios de las grandes urbes les frenaban. Aunque claro, eso también tenía su contra, los niños prácticamente estaban solos y no tenían muchos amigos con los que jugar.
Los gemelos eran conocidos en todo el pueblo por sus travesuras, es normal a esa edad que los niños sean inquietos y más cuando se aburren por no tener amigos con los que correr y jugar, pero los pequeños no paraban con sus pillerías y muchos ancianos del pueblo ya estaban hartos de ellos. Incluso, más de uno le había dado una bofetada a alguno de los gemelos o había ido con el cuento a sus padres o al cura, quienes a su vez ya les habían pegado más de un tirón de orejas. Su curiosidad no tenía límites y aprovechaban cualquier despiste para colarse en la casa de un vecino o espiar por una ventana.
Como en todos los pueblos, en el que residían los niños había un viejo huraño, uno de esos abuelos cascarrabias y con mal carácter al que pocos echan de menos cuando muere. Ese era el caso de don Vicente, que cuando falleció a los 75 años de edad no dejó mas que una sensación de alivio entre sus vecinos. Ya había protagonizado alguna pelea por sus terrenos con familiares y propietarios de las zonas colindantes, así que la noticia de su muerte no tuvo demasiado impacto en el pueblo. Aunque por supuesto llegó a oídos de los gemelos, que no dudaron ni un segundo que tenían que ir a investigar.
Nunca habían visto un muerto y su curiosidad fue tan grande que decidieron colarse en la casa de don Vicente cuando todo el mundo había salido del velatorio. Lo de “todo el mundo” es más un decir que lo que pasó realmente, porque salvo un par de plañideras aficionadas a llorar sin motivo aparente en cada funeral que se celebraba en el pueblo (incluso cuando casi no conocían al fallecido), prácticamente no fue nadie a presentarle sus respetos a don Vicente. Tal era el abandono del cadáver del anciano que incluso faltando pocas horas para su funeral ni siquiera le habían metido dentro de su ataúd y aún descansaba sobre una mesa en mitad del salón de su casa.
Pedrito y Juanito encontraron la casa vacía y las condiciones idóneas para saciar su curiosidad y ver al muerto sin que nadie les moleste. Con una total falta de respeto lo manosearon, le intentaron abrir los ojos y la boca, le movieron los brazos como si fuera una marioneta y le imitaron mientras se reían de él, pero un ruido en la finca les alertó.
Corrieron hacia la salida, pero ya era demasiado tarde y, sin saber dónde ocultarse, se metieron en un pequeño armario que estaba tirado en mitad del suelo del recibidor.
La voz de dos hombres que reconocieron como el cura y un viejo herrero, con el que habían tenido problemas en el pasado, sonó acercándose al armario.
-¿Quién ha dejado esto aquí tirado? No se puede ni pasar al salón, ya me contarás cómo va a pasar la gente a presentar sus respetos a don Vicente- Dijo el cura
-Tampoco creo que fuera a venir nadie, don Vicente se ha labrado a pulso una reputación de maleducado durante años y no creo que le llore nadie en este pueblo.
-No hables así, el hombre ya está esperando el juicio de Dios que es el único que tiene el poder de juzgar sus actos- aseveró el cura.
Ambos trataron de levantar el atáud (los niños, mientras los hombres hablaban, se habían escondido dentro por miedo) y se dieron cuenta de que ya estaba lleno.
-¡Ves! aún quedan buenos samaritanos en el pueblo, alguien nos ha facilitado el trabajo y ha metido a don Vicente en su caja. Llevésmoslo a su descanso eterno.-dijo el cura.
Los niños escuchaban toda la conversación desde el interior del féretro, pero era tanto el miedo que tenían al cura y al herrero que no quisieron revelar que en realidad eran ellos los que estaban dentro y quisieron esperar el momento adecuado para escapar.
Nadie acudió al funeral de don Vicente, por lo que el cura, cansado de cargar con la caja y el supuesto muerto, decidió realizar una versión rápida de la misa y en cinco minutos ya había despachado la situación. Los niños, víctimas del calor y el aburrimiento, empezaban a sentirse muy cansados y casi sin darse cuenta se quedaron dormidos. No pasaron más de cuarenta minutos cuando un ruido en la tapa del ataúd les despertó. Paletadas de tierra caían sobre la caja que ya había sido sellada y ni las patadas ni los gritos de los gemelos parecieron alertar al anciano enterrador que era conocido en el pueblo por su sordera. Los niños quedaron enterrados vivos y nadie parecía haberse dado cuenta…
Los padres de Pedrito y Juanito se sorprendieron cuando estos no llegaron a la hora de la merienda, pero imaginaron que estarían demasido entretenidos jugando o que algún vecino del pueblo les había invitado a comer algo. Lo que ya les alarmó fue que anocheció y llegó la hora de la cena y no aparecían por ninguna parte. Entonces comenzaron a buscarles y preguntaron a todo el que se encontraban por las calles, pero nadie parecía haberles visto en todo el día. Asustados llamaron a la Guardia Civil y una pareja de agentes se acercó a coordinar las labores de búsqueda. La madre recordó la muerte de don Vicente y tuvo la intuición de que los niños probablemente fueran a curiosear, pero allí no encontraron más que el cadáver del anciano sobre la mesa del salón, los vecinos se alarmaron cuando encontraron al muerto aún sin enterrar y rápidamente llamaron al cura.
-¿Cómo que no está enterrado? Yo mismo le llevé al cementerio y tuve que darle una misa a la que ninguno de vosotros fue.
-Eso es imposible, padre, don Vicente aún descansa sobre la mesa de su casa.
-Pero el ataúd estaba lleno cuando lo enterramos, si no fue a él ¿A quién hemos sepultado?
La cara de miedo de la madre se reflejó al instante y, conociendo como conocía a sus hijos, intuyó que ellos eran capaces de haberse metido dentro del ataúd en una de sus travesuras.
Por más prisa que se daban en desenterrar el ataúd, el tiempo parecía eterno para los habitantes del pueblo. Era tradición allí enterrar lo más profundo que era posible los féretros, de esta forma se podían sepultar en una tumba a varios familiares y se evitaban olores que se podían convertir en insoportables al visitar el cementerio en los meses más calurosos. Por este motivo llevó varios minutos remover suficiente tierra como para poder abrir el ataúd.
Lo que encontraron allí dentro fue un espectáculo escalofriante. Los niños habían muerto asfixiados, pero no sin antes luchar por sus vidas intentando escapar. Se habían destrozado las uñas de las manos arañando la madera y sus pequeños cuerpecitos estaba cubiertos de sangre. En plena desesperación habían tratado de romper la caja a golpes y se habían lastimado entre ellos y, probablemente fruto de la misma desesperación, habían acabado peleándose como animales acorralados, de modo que podían verse marcas de mordiscos y arañazos en los cadáveres de los gemelos.

martes, 6 de noviembre de 2012

El "Pequeño Bastardo" el auto maldito.

A los 24 años, James Dean sufrió un terrible accidente que truncó su prolífica vida. Aún tenía mucho para dar. Luego comenzaron a escucharse historias extrañas acerca de los elementos del auto de Dean. 
James había finalizado el rodaje de “Gigante” y tenía libre la jornada siguiente para participar de una competencia automovilística en el aeropuerto de Salinas: por eso, el actor tenía su novísimo Porsche 550 en los talleres de Competición Motors, donde su amigo y mecánico Rolf Wuetherich le daba los últimos ajustes antes de ponerlo en pista por primera vez.















Al principio intentó llevarlo a Salinas sobre un trailer enganchado a su Ford Station Wagon ´55, pero finalmente decidió rodarlo para tener una idea de cómo se comportaba antes de encarar el primer desafío con el 550. Con respecto al nuevo Porsche –apodado “Little Bastard” (pequeño bastardo) por su dueño- sus amigos le habían advertido el peligro que iba a correr de no manejar con prudencia su máquina, lo que constituiría toda una premonición acerca de los acontecimientos del 30 de septiembre.
Acompañado por Wuetherich, el ídolo de los jóvenes comienza su periplo, pero antes se detiene en Blackwells Corner para comprar una Coca-Cola y una manzana.
Reanuda la marcha, y una hora después llegando a la encrucijada de las rutas 41 y 46, cerca de la ciudad de Cholame, James visualiza otro auto que conduce justo por el lado derecho de la encrucijada. “Tiene que detenerse, tiene que vernos” gritó Dean. Pero no fue así­ : Dean choca de costado con un Ford Custom Tudor coupe modelo ´50 manejado por Donald Turnupseed, que venía en la dirección opuesta y al parecer no advirtió la presencia del Porsche plateado en el lado contrario. Rolf sale despedido del coche, se quiebra una pierna, sufre contusiones múltiples y cortes, pero el popular actor muere camino al hospital de Paso Robles.

















Turnupsed sufrió heridas menores y declaró que nunca vio el auto de Dean acercándose al frente, hecho que parece entendible debido al reflejo del atardecer y el color plateado del coche de Dean. Los familiares de Jimmy no presentaron cargos contra el conductor del Ford ´50.
 Pero el asunto no quedó ahí…alrededor de los restos de ese Porsche se han tejido infinidad de historias que encierran una misma pregunta ¿el auto de James Dean tenía una maldición? Aquí­ comienza el misterio. 
La compañía de seguros se hizo del maltrecho Porsche para su venta, pero inmediatamente comenzaron a suceder las tragedias: George Barkuis, el chofer que acarreaba el Spyder en un camión, se mató cuando el Porsche cayó sobre él después de que lo recogiera del lugar del accidente.













Un especialista en el armado de autos para Hollywood llamado George Barris compra el coche en $2,500 dólares. Cuando el coche llega al garage de Barris, se desliza y cae sobre uno de los mecánicos que lo descargaban, quebrándole ambas piernas. Con algo de miedo, Barris comenzó a separar las partes del coche que podrían ser revendidas, ya que estaba ampliamente relacionado dentro del mundo de las carreras, y no le sería difícil hallar un interesado. Los pertrechos del Porsche servirían para montar exposiciones y, por supuesto, cobrar una jugosa entrada para que cualquier terrestre lo pueda apreciar.
Barris había iniciado el desarme del auto, aunque tenía sensaciones extrañas sobre el coche desde la primera vez que lo vio.












Sus sospechas fueron confirmadas en octubre de 1956, cuando la persona que le había comprado el motor del coche de Dean (Troy McHenry, un doctor de Beverly Hills) muere tras usarlo en una carrera por primera vez. Luego, otro de sus clientes -William Eschrid, poseedor de la transmisión de “Little Bastard”- se golpea brutalmente aunque sobrevive para contar como su auto se bloqueó bruscamente.
Las ruedas se las vendió a un joven que una semana más tarde se vio involucrado en un accidente debido a un desperfecto simultáneo en las ruedas que pertenecían al Porsche de Jimmy. Esto no terminó allí. Después de una carrera, un chico intentó robar el volante del Porsche de Barris (que era el de Dean) y se cortó el brazo.
Tratando de desprenderse del maléfico coche, Barris se lo prestó a la Patrulla de Carretera de California para que lo exhibiera y así­ resaltar la importancia de la seguridad y la prudencia en la conducción. Antes de que se lo lleve la patrulla, el garage donde estaba guardado "Little Bastard" se prende fuego y misteriosamente este permanece a salvo mientras el resto de los coches se envuelven entre las llamas.
Cuando el coche fue puesto en exhibición en Sacramento, cayó del stand y le rompió la cadera a un adolescente. Cuando el auto era transportado rumbo a una exposición de seguridad en la ciudad de Salinas, el camión patinó y se accidente. Murió su conductor.
En 1958, Barris prestó la carrocería del Porsche 550 para ser expuesta en una muestra de seguridad vehicular en Miami, Florida. Cuando el objeto fue puesto encima de un camión para ser llevado a Los Ángeles desapareció misteriosamente. Nunca llegó a destino. Desde ese día, el paradero de "Little Bastard” se desconoce por completo.
¿Maldición o destino? La suerte de Wuetherich, el acompañante de Dean, no fue de lo mejor. En 1981, Wuetherich murió en un accidente automovilístico en Alemania, cuando conducía un Honda por una autopista.



La leyenda del Cuadro del Niño Lloron de Bruno Amadio

Bruno Amadio, popularmente conocido como Bragolin, es un pintor español(Aunque muchos creen que Bragolin fue Italiano y que era fasista del regimen de musolini y que los niños que el pintaba eran los niños muertos en la guerra mundial que si mal no recuerdo era la primera guerra mundial ) de fama algo extraña. Nacido en Sevilla, pintó una serie de 27 cuadros llamados "Niños Llorones". La leyenda dice que los niños pintados eran de un orfanato y que murieron en un incendio, por tanto los cuadros están malditos. 
Según la leyenda, este pintor, frustrado por su nula fama como artista, habría hecho un pacto con el Diablo para que sus pinturas fueran bien recibidas por la sociedad. Después de eso, realizó una serie de trabajos en los que destacaba la presencia de niños llorando. Uno de esos cuadros fue realizado a un niño que vivía en un orfanato. Más tarde, el orfanato se incendió con el niño adentro, y desde entonces se ha dicho que ese cuadro en especial adquirió el espíritu del niño.Este fue el cuadro del que mas copias se reprodujeron en España y se distribuyeron al mundo. 
En los 50 se dieron muchos casos de casas incendiadas donde se encontraba una reproducción de dicho cuadro, quemándose todo, incluido cadáveres, y lo curioso de todo esto es que el cuadro permanecía colgado en la pared sin un solo rasguño. Los que investigaron el caso no hallaron una explicación a este fenómeno, solo lo llamaron La maldición del niño llorón. 

Segun como se observe el cuadro se puede ver el rostro de un demonio en el, para ello hay que darle la vuelta 90º en sentido de las agujas del reloj. 
Se dice que al ver el cuadro, uno siente como el niño de ojos llorosos y mirada tierna te sigue con la mirada, se siente un ambiente que te pone los pelos de punta. Mucha gente posee este cuadro, pero dice que solo ataca a aquellos que descubren que el cuadro esta encantado, en la noche se escuchan lamentos lejanos, el niño sale del cuadro sube a tu habitación y te quita la vida, si es que no mueres antes de la impresión al ver su rostro endemoniado. Luego incendia la casa con todos adentro y borra así la evidencia de su crimen. 
Puede que fueran una serie de casualidades. Aunque hay quien dice que más de un par de casualidades se convierte en un fenómeno extraño que no obedece al azar.